“Soy hijo de campesinos y lo digo con orgullo,
campesinos son los míos como lo han sido los tuyos.
Que vivan los campesinos y que los dejen vivir,
que el campo sin campesinos existe sin existir”
Jorge Velosa
Retornar al campo puede ser ir de nuevo a un espacio físico, pero también es ir de nuevo a una forma de sentir, gozar, cuidar y vivir la vida. Eso que llamamos “el campo”, incluye olores, sonidos, sabores y sensaciones inspirados por la naturaleza, por el ambiente y también por esas generosas existencias que nos nutren, estemos en el campo o en la ciudad, con sus alimentos y con sus saberes.
Podríamos preguntarnos muchas cosas para buscar una ruta de retorno, por ejemplo y para empezar ¿De qué maneras podemos retornar al campo? ¿de qué maneras nos hemos ido del campo? ¿Qué podríamos encontrar en el retorno? ¿Qué perdimos si nos fuimos del campo?
Podemos retornar al campo, aunque sea con nuestra vista y nuestra conciencia, reconociendo como desde las agriculturas familiares y de subsistencia llega la gran mayoría de nuestros alimentos, entendiendo que por sobre la agroindustria quienes nos dan la comida son familias y comunidades campesinas, indígenas y afros, entre otras. Desde esa comprensión podemos proyectar apoyos, dinamizando economías locales, comprando productos elaborados en esos procesos y apoyando mercados campesinos, circuitos cortos de comercialización y otras iniciativas agroalimentarias.
También es importante entender que nos alejamos del campo si no recordamos que quienes allí viven no solo representan una fuerza productiva, sino que también son identidad, cultura y espiritualidad viva, que se resiste de diversas formas ante la violencia, la injusticia y otras problemáticas. Regresar al campo es regresar a la tierra, y hay quienes nos recuerdan que ese ir a la tierra marca el origen etimológico de Humano y Humildad (ambos vienen del latín ´Humus´ que quiere decir tierra).
Tanto en espacios rurales como urbanos, otra forma de volver al campo y a la tierra es vivir el tiempo de otra forma. El campo implica estar relacionados con los ciclos del clima, ahora tan cambiante, pero también con otros ciclos y necesidades, cuidando plantas, animales, el agua, la vida comunitaria. Quizás regresando a estas dinámicas podemos recordar una vida con un poco más de sentido que la que nos marcan cotidianidades rutinarias que nos distancian de nosotros mismos y de los otros.
Retornar al campo es entonces una invitación general a la transformación, cualquiera que sea el lugar en que nos encontremos.