Plantas y Planetas: Una muestra de que todo está conectado

por | Sep 16, 2020 | Agricultura Biodinámica, Almanaque Lunar y Planetario

Todos los procesos vitales del reino natural, del mundo vegetal, del animal y del ser humano se desarrollan en estrecha relación con los ritmos cósmicos. Al hombre actual le resulta difícil reconocer esto.
¿Cómo no evitar la discusión y la duda cuando se habla de la influencia de las estrellas en el crecimiento de las plantas?
«¡Cómo!, ¿que lo que sucede allá tan arriba tiene influencia aquí abajo? ¡No lo creo!»
Esta negación, oída con frecuencia, demuestra que todavía no se ha convertido en experiencia propia del ser humano el hecho de que la Tierra sea un astro que, por una parte, oscila en el ritmo de los planetas de nuestro sistema solar con un ritmo propio, pero que, por otro lado, en relación con el Sol y los demás planetas, se adapta a las necesidades de los seres vivos que en ella habitan, ya sea dirigiéndose hacia determinadas influencias cósmicas, ya sea rehuyéndolas.

El paradigma hermético que rigió a occidente hasta la llegada del mecanicismo cartesiano nos sumerge en un cosmos interrelacionado, cualitativamente rico y simbólicamente colmado. En él hasta la más humilde yerba refleja en su ser las cualidades esenciales de los astros, las jerarquías angélicas y las emanaciones divinas. El spiritus mundi desciende a través de la luz del sol y las estrellas, bañando a todas las cosas, bendiciéndolas una y mil veces hasta llenarlas de su presencia. Es una visión sagrada de la naturaleza, en donde el hombre participa desde el respeto, sintiéndose integrado a un universo que él, por correspondencia entre lo de arriba y lo de abajo, refleja como un microcosmos, igualmente armonioso y bello. Lejos está de ese otro hombre que, por el contrario, quiere arrasar con todo el entorno y aprovecharse de las potencias naturales para narcotizarse, en medio de la violenta vorágine de su vida de consumo y hedonismo.

Cierto es que los ritmos de los planetas y de las constelaciones tampoco proceden de la teología o de la psiquiatría, sino que son hechos astronómicos, que se pueden conocer como cualquier otro aspecto de la ciencia. Citando al gran matemático y astrónomo Johannes Kepler:

«El alma del mundo parece ser una especie de llama, de ahí el calor subterráneo y el que no exista crecimiento sin calor. Dios ha impreso en el alma del mundo una determinada imagen del Zodíaco y de todo el firmamento. Es éste el vínculo de lo celeste con lo terreno, la razón de la simpatía entre el cielo y la Tierra; los arquetipos de todos sus movimientos y funciones le han sido implantados por Dios, el Creador.» 

El Zodiaco y los elementos

El Zodíaco, así denominado desde la antigüedad, es una franja de estrellas fijas donde se hallan los signos zodiacales, un espacio por entre medias del cual pasa el plano de la eclíptica y donde describen también sus órbitas todos los planetas de nuestro sistema solar. Es difícil captar la influencia que puedan tener otras constelaciones del cielo de las estrellas fijas, ya que nunca pasan planetas ante ellas. La influencia o radiación que emiten las estrellas del Zodíaco es alterada por el paso de los planetas, de forma que su influencia es interrumpida, debilitada o reforzada y puede ser leída en el crecimiento vegetal o en las formaciones atmosféricas. La mejor manera de comprobar estos procesos es relacionarlos con los ritmos de la Luna, ya que, como satélite nuestro, es el astro más cercano a nosotros y el que tiene la órbita más corta. Por ello pueden observarse muchas repeticiones en los experimentos con el crecimiento vegetal y las formaciones atmosféricas.

El período orbital de la Luna tiene una duración de veintisiete días; si queremos seguir la órbita de Júpiter, tardaremos doce años en ello, treinta en la de Saturno y ochenta y cuatro en la de Urano. ¿Cómo podría experimentarse con órbitas de semejante duración? Por esto los experimentos y la observación de la Luna son lo más gratificante.

Cuando la Luna, en su órbita alrededor de la Tierra, pasa ante las diferentes regiones zodiacales encontramos lo siguiente:

  • Piscis, Cáncer y Escorpio, una tendencia hacia el elemento líquido
  • Aries, Leo y Sagitario, al elemento calórico
  • Tauro, Virgo y Capricornio, al elemento Tierra
  • Géminis, Libra y Acuario, al elemento aire o luz.

Estas observaciones, realizadas durante años, pueden comprobarse en los diagramas atmosféricos que, gracias a Suso Vetter, fueron elaborados a lo largo de siete años en la Escuela libre Waldorf en Engelberg. Se apreciaron once tipos de constelaciones diferentes respecto al calor y al frío, a la sequedad y la humedad, a la altura y la profundidad, basándose en observaciones atmosféricas registradas en antiguos artículos de revistas metereológicas. Esto podría incitar a los especialistas a realizar sus propias investigaciones.

 

Las Plantas, en relación con los ritmos cósmicos 

En primer lugar, veamos el ritmo sideral de la Luna. Las plantas cultivadas no leñosas viven en estrecha relación con este ritmo, en lo concerniente a la organización de las fuerzas que los forman, así como a la facultad de engendrar sustancias alimenticias en sus diferentes órganos, que son la raíz, la hoja, la flor y el fruto y la semilla.

Numerosas observaciones han demostrado que del plano secundario de las estrellas fijas, situado detrás de la ruta visible de la Luna, provienen fuerzas que actúan sobre la Tierra y ejercen en el suelo influencias que modifican las plantas. De las diferentes regiones del Zodíaco emanan fuerzas que activan en mayor o menor grado el rendimiento de las plantas alimenticias a través de la labor del suelo, siembra, plantación y otros cuidados, cada vez que la Luna pasa delante de estos diferentes sectores.

He aquí cómo actúan las diferentes constelaciones del Zodíaco:

  • Tauro, Virgo y Capricornio actúan en la raíz.
  • Géminis, Libra y Acuario actúan en la floración.
  • Cáncer, Escorpio y Piscis actúan en la hoja.
  • Aries, Leo y Sagitario actúan en el fruto y la semilla.

En el último grupo destaca claramente que cuando la Luna pasa delante de la región de Leo, bajo esta influencia no solamente se estimula la formación de frutos y semillas, sino una notable elevación de la calidad de las semillas. Encontramos, pues, cuatro tendencias formadoras que se suceden en el orden indicado: raíz, flor, hoja y fruto y semilla. Cada tendencia se repite tres veces durante un período de veintisiete días. Estas tendencias de impulsos tienen distinta duración, oscilando entre un día y medio y cuatro. Por lo que respecta a la salud y rendimiento de la planta, apenas existe diferencia entre cada uno de los tres impulsos relacionados entre sí. Sin embargo, en lo que concierne a las cualidades internas, la acción de cada constelación es bien específica. Parece como si en esto la Luna se convirtiera en un espejo de las cualidades solares siderales, lo cual puede comprobarse en parte hasta en la relación de las sustancias entre sí.